MIDNIGHTER TRENT

A veces tienes días o etapas en los que llegas tarde, todo pasó antes o acaba de suceder y siempre te quedas entre sorprendido y frustrado por no ser testigo, partícipe o no haber actuado a tiempo antes de lo sucedido, lo cual no tiene porqué significar que eso sea per sé, algo negativo, eso se aprecia a la larga. Ese es el caso en especial de mi amigo Carlos, quien ya ha salido como secundario en otras historias de mi vida. Hoy va a ser el protagonista, aunque para cuando sepa de esta historia, ya la habré publicado.  

Sucedió hace muchos años, tuvimos la suerte de ir de viaje fin de curso toda la panda del moco. Los impúberes y los púberes, las tablas de planchar, los balones de playa, y las magníficas visiones esféricas de aquellas compañeras a las que les habían salido “Tetas”. Para nosotros, los chicos, que a una compañera a la que ni mirábamos le salieran tetas era el principio en el plano existencial. De pronto, tenía nombre y hasta deseábamos que se comunicara con nosotros de alguna forma, aunque fuera insultándonos 

Por decisión de los alumnos, quisimos irnos una semana a la sierra de Aracena en Huelva con todo pagado a tutiplén en una residencia rural a medio camino de 4 pueblos, a irnos 3 días a media pensión a Mallorca u otros ismos,  destino típico de estas excursiones de colegio. Nos acompañaba un profesor progre de esos con patillas y pantalón de pana, fumador de tabaco en pipa, cosa que hacía en él aula apestando con aquel mojón seco que fumaba a todo Dios.

Aquel "Don Santiago" tenía organizadas una serie de excursiones, actividades y salidas por orden , así como unos binomios asignados para las habitaciones/cuartuchos/celdas puesto que estas eran dobles y él dormía en una habitación solitaria un piso más abajo. En total seguimos las excursiones y los binomios de cuarto algo más de 5 minutos y empezó el despiporre. La primera noche fue la típica fiesta del pijama y duró hasta que subió don Santiago con los pelos de punta en un lado y aplastados en el otro, un pijama de esos verdes con abertura delante al que le faltaba el botón y del que , quiero creer, asomaba el calzoncillo negro??, y ordenó que volvieran a sus cuarto cada uno. Así que nadie, salvo Carlos, volvimos a nuestros cuartos durmiendo en rebaño en los cuartos de las chicas con tetas en orden de unos 10 repartidos en dos camas pegadas, ninguno folló (Aunque haya algún fantasma que todavía cuenta historias fantásticas), quizá se rozó algún culo o alguna teta en esa oscuridad, de hecho a mí me acariciaron las tetas varias veces, confusión lógica ya que estaba bien gordito, cuando lo hicieron les daba un manotazo y retiraban su buceo por mi escote, salvo uno que acariciaba muy bien (Eh, no me juzguéis, era muy joven e inseguro). Al día siguiente nos levantamos pronto despertados por Carlos, que permaneció mosqueado por no haberle llamado durante mucho tiempo, por lo menos 15 minutos. 

Carlos es un tipo que le gusta a las tías, tiene un “¿No sé que?” Que “¿Que se yo?” que no le cabe cabe en ningún pantalón sin que se adivine su grandeza por holgado que este sea, además tiene un gran corazón, de modo que es el tío que se las lleva de calle sin proponérselo demasiado, ni parecer un chulo baboso, ni ir presumiendo de ello. En aquella excursión tenía como objetivo-pasatiempo enrollarse con alguna de las tres  Virtudes, las intocables, esas que ni se fijaban en nosotros porque era la época dorada del equipo de baloncesto juvenil y a nosotros con 13 años y más de uno sin haber mareado ni la perdiz por primera vez ni nos miraban, pero he ahí que Carlos tenía cuerpo de hombre y allí no había ni canastas. Un baño en una ría helada , y de pronto Carlos era el Dios Apolo y no había ni una tipa que no mirara hacia él con poco o ningún disimulo. De repente yo era el puente de acceso a participar de su compañía y me vi rodeado de las 3 virtudes y más de la mitad del personal de aquel viaje fin de curso. Así que, viendo aquella situación decidí sacar partido a la situación y hacer de líder para proponer travesuras que hacer en grupo ante los intentos del profe de que aquello no acabara en desastre. 

De esa forma nos escapamos de noche y nos fuimos al pueblo “Los 7 Caños” el cual tenía una plaza con su casa del ayuntamiento y el monumento que daba nombre al pueblo que consistía en una fuente abrevadero con 7 caños de los que se podía beber un agua muy rica y ferruguinosa. Cantamos, conseguimos refrescos y vinazo y tomamos calimocho caliente y horrible, una de las virtudes, se pasó bebiendo y se acarameló con Carlos cuando a mí se me ocurrió aprovechar para que hiciéramos algún baile de estos tipo la silla, pero con los bancos de alrededor de la farola central. Y así empezó el juego, que a falta de música lo hicimos con palmas, aumentando la velocidad y el número de vueltas. De pronto, a la virtud que estaba acaramelada con Carlos, le reaccionó el calimocho horrible con la cena y a su vez con el juego mareante de dar vueltas y vueltas y soltó un haz de vómitos como un dragón que cayó directamente sobre Carlos, este a su vez también vomitó sobre mí, yo me contagié por simpatía e hice lo propio y aquello fue la hecatombe del baño vomitivo colectivo que duró cinco interminables minutos entre risa y asco infinitos. Nos adecentamos en la fuente de los 7 caños y volvimos en silencio, con mal cuerpo y congelados a aquella residencia rural. El día siguiente pasó sin mucha actividad, alguno con fiebre, alguno con resaca y poco más.  Dos días después salimos de nuevo, la segunda virtud se me pegó y como yo era el puente Carlos y ella me consultaban de por medio sobre esto o aquello. Yo aconsejaba a Carlos lo que creía que le funcionaría (Mira que lo tenía fácil ??) y ella empezó preguntándome por mi amigo y al poco me di cuenta de que ya no me preguntaba por él y que estábamos hablando y nos reíamos de otras cosas que teníamos en común y en algún momento, sucedió que nos estábamos repasando los empastes de los dientes el uno al otro. Carlos nos vio y siguió sonriendo. Cuando fui a nuestro cuarto, estaba leyendo un libro de Stephen King, yo estaba agobiado pensando que podía perder a mi gran amigo. Me vio y me lanzó el libro acertándome en toda la cara con el cementerio de animales 

-¡¡Grandísimo hijo de puta!!, ¡¡Te voy a matar!!, ¡¡No me hagas más favores!!

Se levantó y me zarandeó como a un trapo (Carlos es una fuerza de la naturaleza) estuvimos forcejeando y pegándonos hostias a mano abierta como dos minutos (Cuando uno lo intenta aunque sólo reciba, también está pegando ¿Eh?), hasta que a Carlos se le fue la mano y yo me di contra la mesilla, rompiéndola y acabe en el suelo riendo y llorando a partes iguales. Me recompuse y le dije que me iba a duchar, porque me dolían los huevos del frote y refrote sin culminar nada y lo estaba pasando mal, y al grito de “¡¡Y una polla!!” Se metió en la ducha por espacio de una hora dejándome allí con dolor de huevos, dolor de cabeza por la hostia que me di contra la mesilla y sin agua caliente cuando, por fin, me dejó entrar diciéndome ”¡¡Jódete Judas!!”.

La tercera virtud tuvo su oportunidad, ya que las anteriores perdieron la suya. Se lo montó bien, Carlos cada vez que me acercaba me decía “Fuera de aquí Satanás” lo cual hacía que me acercara más veces solo por escuchárselo decir, por la tarde nos atrevimos a ir al pueblo de los 7 Caños (No habíamos vuelto a ir desde la pota colectiva) y al volver, decidimos convencer a Don Santiago para coger campo a través en lugar de ir por la carretera (Por llamarla de una forma optimista) comarcal.

 La virtud estaba a punto de caramelo, iban de la mano y todo y creo que ya se habían dado algún piquito; yo fantaseaba con mi venganza ocupando el baño cuando este volviera con su propio dolor genital. De pronto vi un cerezo, atiborrado de cerezas, y grité. 

-¡¡Cerezas!! 

En 10 Segundos estábamos subidos Carlos, Francisquito (El Lila de la clase) y yo atiborrándonos y tirando a los compañeros que las cogían haciendo bolsa con las camisetas (Don Santiago incluido) cuando escuchamos gritos y todos salían corriendo (Don Santiago incluido) Salvo las virtudes y los tres que estábamos subidos que bajábamos a toda leche. Carlos saltó desde unos dos o tres metros cayendo majestuosamente de pie, yo salte más abajo cayendo estrepitosamente y Francisquito se bloqueó, se soltó, se le quedó un pie enganchado y quedó Colgado como una butifarra. La virtud que estaba con Carlos le dijo.

-¡Vámonos! Que le den al Gordo marica ese.

Carlos la miró con tal asco que nunca mas volvió a atreverse a dirigirle la palabra y cuando sus miradas se encontraban por casualidad, ella bajaba la cabeza. Se marchó la virtud sola, las otras dos y yo nos quedamos, mientras llegaban los dueños del cerezo. Carlos se había subido, había desenganchado a Francisquito , y nos lo había pasado al dueño del cerezo y a mí que a duras penas, pudimos con él. Resulta que aquel hombre nos quería decir que no comiéramos las cerezas directas del árbol, que les había echado un producto para los bichos y que había que lavarlas.

Volvimos a la Residencia rural y nos pasamos la noche con cagalera todo el mundo (Don Santiago incluido) Francisquito fue atendido en el servicio médico de la residencia Y pasó el resto de aquel viaje yendo a la pata coja apoyado en una vara improvisada de peregrino o a la “Sillita la Reina” cuando la cosa se ponía demasiado complicada para ir dando saltitos el resto de excursiones. Al final Carlos se enrolló con aquella chica que no era de las 3 virtudes, ni puñetera falta que le hacía con esa sonrisa y sobre todo con ese par de preciosas “Tetas”, como comenté al principio, las tetas eran muy importantes para ese grupo de testosterona, acné y cafres insensibles, valiosos y frágiles semi adolescentes. Siguió sin dejar que me acercara a una tía que le gustara hasta estos días, al menos hasta que estuviera con ella. Don Santiago No volvió a meterse en un sarao de estos nunca más.

MIDNIGHTER TRENT (Javier Orta)

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