MIDNIGHTER TRENT

(Este es el capítulo final de la historia de Le Monsieur Javieg Ogta que, a petición popular masiva, osea 2, se me ha reclamado, ya está. Es el más largo. No me digáis ahora que no tenéis tiempo)

 Nos centramos en el verano del 91. El mundo se acababa para mí en otoño (Me iba a la mili). No trabajaba, al menos oficialmente, bueno y en realidad, tampoco. Mis viejos tenían un bar que lo llevábamos entre la familia, esto significaba que mi madre cocinaba, mi padre estaba en la barra (y era su mejor cliente) y mi hermano y yo atendíamos las mesas. Al menos hasta que yo arañaba 1000 pelas del bote o lo suelto de la caja (los billetes eran tabú) y hacía mi truco de escapista que pondría verde de envidia al mismísimo Houdini y convertía en un mero principiante a aquel David Copperfield que nunca me cayó bien. Para situarnos, el bar y la vivienda adyacente de ilegal construcción consistente en dos habitaciones, salita y cuarto de baño con puerta trasera y otra desde el bar; se encontraba a medio camino entre Lepe y La Antilla (Playas). Habia 3Km para llegar donde hubiera gente fueras a donde fueras. Como era verano, iba a la Antilla.

Era de noche y atendía las mesas de la terraza de verano, concretamente al "Cuñao" J. M. Soto y su pareja. Mi mente estaba atenta a la carretera, lejos de estar pendiente de aquel aspirante a señorito andaluz. Tome nota al “Por Ella”, llevé la comanda a la cocina, le serví unas copas de Fino Layna y unas aceitunas y en ese momento, se paró un coche en el arcén, se abrió una ventanilla y asomó una cabeza que gritó.

-¡Cherieee...!

Hice mi truco de Magia y desaparecí. Antes de llegar al coche, me había quitado el uniforme de camarero y me había puesto el de Heavy pantalón vaquero negro, camiseta negra de la peli Scarface (Ya vestía el luto Heavy, pero iba eliminando las camisetas de bandas por monstruos y carteles de pelis) y las Zapatillas J'hayber que duraban 75 años y al final, tirabas por aburrimiento. En el coche me esperaba Rosario al volante, pelo largo y rojo alborotado, gafas de Sol como las de la Pantoja (Era noche cerrada) camiseta de tirantes marca “La mínima expresión imaginable” y Shorts ajustaditos, tanto que se le notaban las costuras de las bragas y sandalia Romana. Me agarró como si fuera un tesoro muy delicado pero con firmeza y me atrajo hacia ella mientras me decía.

-Ven aquí que te beso todo. 

Y eso hizo durante un rato, hasta dejarme sin aire ni casi sangre que me llegara al cerebro. El camino a la Antilla con una mano al volante con un cigarrillo la otra alternando entre la palanca de cambios y mi muslo mientras Mark Knopfler y Sting a todo trapo entonaban “Money for Nothing” sin bajar de 120km/h en esos 3km llenos de curvas. La observé arrobado, un cuarto de siglo, cantando desafinado, melena al viento (ventanilla abierta),vestida como la hija del granjero del Pressing Catch, a cada cambio de marcha, un pecho asomaba por la manga o el escote. Una mezcla de putón, Rockera, choni (Aunque ese término se empezó a usar después), sonrisa pícara llena de peligro y ojos de los que te miran y te traspasan... ¡Dios! Era perfecta. Fuimos a la playa y allí dejamos su coche que aún tenía las maletas, y nos bañamos como se bañan las parejas de noche, con todo lo que sucede antes, durante y después de mojarse. Me contó que ya no estaba con su novio/karateka/Psicópata/futuro policía, que salía con un chico “Nada serio” según ella. De modo, que la iba a tener toda para mi todo el verano, eso pensaba.

Aquel mes de Julio fue el mes Zombie para mi. A las 7am  me duchaba zombie, desayunaba zombie, me fumaba un cigarrillo zombie y normalmente, antes de terminarlo, aparecía su coche levantando una ingente polvareda, íbamos a su piso (sus padres no llegaban hasta agosto) a las 13:30h me dejaba en el bar de mis padres zombie. Curraba zombie hasta las 17h. Me duchaba, aguantaba el sermón-chapa de mi padre, los ruegos de que comiera y durmiera de mi madre, las preguntas de mi hermano con puyita. Me iba a la Antilla, le daba a los videojuegos hasta que llegaba Rosario, tomábamos un café rápido, nos íbamos al piso hasta las 21h, volvía al bar de mis viejos, curraba hasta las 0:30h, hacía mi truco de Magia, salíamos de copas hasta las 2 o las 3 , luego en su piso hasta las 4 o 4:30. Iba a casa, me acostaba y vuelta a empezar. De ahí lo de Zombie. Decir que Rosario era una fuente de sabiduría e imaginación, que constantemente inventaba juegos, posturas, caricias y que no había nada prohibido para no caer en la rutina es quedarse corto. Así llegué al 20 de Julio con 8 kg menos ,unas ojeras que parecían pintadas y una permanente sonrisa bobalicona en mi cara. Mi madre preguntándome si me drogaba, mi padre pensando que me había quedado tonto del todo por algún golpe o algo y mi hermano que un día nos cazó por ahí, creyendo que la iba a dejar preñada.

Llevaba unos días con molestias en el pene, me escocía y me armé de valor y fui al médico. Mi médico era un gracioso de esos que con tal de hacer un chiste para su público, no respetaba nada y en esos tiempos, la privacidad se la pasaban por el forro, por eso lo de armarme de valor. Me examinó y me dijo.

-Chaval, o dejas de pelártela unos días o a ver que pasa. Tienes novia o rollete?.

-Salgo con una chica.

Dije tímidamente y me miró entre asombrado y divertido.

-¡¡Hijo de puta!! ¡Estáis dándole todo el día!

Se empezó a reír de su gran elocuencia y genialidad y llamó a su colega de al lado a voces y con aspavientos, también a Give, una enfermera amiga mía (180ctms de impresionante morena Preciosa) y al celador que llevaba allí 30 años. Y allí me vi, con 4 personas mirándome la polla, aguantando los chascarrillos de aquel hijo de la gran puta del nivel sin maldita la puta gracia que os podéis imaginar. “Anda que no hace años que no estoy yo así”, “Give, si el tío que esté contigo no acaba así mándalo a la mierda” entre las genialidades de aquel imbécil, surgió la voz de La enfermera instando al médico a que hiciera su trabajo. 

-Paco, déjelo en paz y recétele un tratamiento.

Aquel asqueroso, disolvió entre risas el corrillo y me recetó una pomada y que mantuviera hidratada y limpia la zona irritada y que me lo tomara con calma unos días. Al salir le di las gracias a Give por el cable y ella me guiñó un ojo por respuesta.

Así hicimos un “Pause” por imperativo físico de ambos aunque en realidad paramos 4 días que fue lo que duró su imperativo físico. Aunque seguimos con la misma dinámica, hicimos algo más de vida social, tampoco es que fuéramos ermitaños (Casi). Empezamos a compartir algo de nuestro tiempo con un amigo común (Mío) Carlos, y su... Bueno, quien viniera con él (Cambiaba mucho de pareja) Carlos era de esos amigos que siempre parece estar esperando que llegues a proponerle algo para decirte que si. No terminas de decir vamos y ya ha pegado un salto y te está esperando en la puerta. Leal y duro como una roca y capaz de arrancarle la cabeza a cualquiera que mire mal a quien estuviera dentro de lo que él considerara los suyos o quien fuera con los suyos (En serio, yo creo que hasta nos impregnaba con algún tipo de feromona o algo sin que nos diéramos cuenta). Así fue llegando tranquilamente el final de Julio y el horizonte de mi camino se fue llenando de nubarrones sin que los viera venir.

La tormenta empezó cuando el ex novio/karateka/Psicópata/ex-futuro policía (Lo tiraron en los psicotécnicos) ahora también aspirante a Guardia jurado y consumidor habitual de farlopa, tripis marca "Lo dejo cuando quiera Premiun" (Nunca), llegó de nuevo con sus padres a pasar el mes de agosto en el piso de la puerta frente a la de Rosario. Vino a enseñar los dientes una noche en un Bareto mientras yo pedía en la barra las copas para nosotros y Carlos y su pareja del momento, de la que no recuerdo el nombre, pero en su línea de rubia despampanante, visualización ropa 20% y Carne 75%, agradable y maja, él siempre tenía a parejas así, igual las compraba o encontraba en alguna tienda o algo, no sé. No tengo ni idea de lo que había estado diciendo el psicópata, pero cuando llegué Rosario tenía un gesto medio de enfado y de temor, la chica de Carlos tenía cara de ofendida y Carlos tenía congelada hacia abajo su sempiterna sonrisa en modo “Achtung!!, Danger!!”,  Intervine.

-¡Hola Javieg! ¿Estás venido de vacaciones? Me alego de vegte.

Una vez más, aquel franchute imaginario, le Monsieur Javieg Ogta, hizo de sedante con aquel majadero. Me contestó al saludo con dos frases y sé piró, no sin soltarle a Rosario un amenazante “ya hablaremos tú y yo”.

Aquella noche me hizo el amor de una forma salvaje, entregada y autoritaria como si se resarciera de algo (O Alguien) en mi. Después me cogió la cara dulcemente y me dijo, “Tú no eres de nadie, solo eres tuyo”.  Yo no sabía que decir ni cómo reaccionar. En ese momento me di cuenta que todavía era un pardillo. Los días siguientes fueron rarunos. Le dije a Carlos que echara un vistazo al tipo cuando pudiera y asintió como si ya lo estuviera haciendo. Noté que Rosario y Carlos habían hablado entre ellos y tenían esa complicidad mal llevada que se tiene ante los niños para protegerlos que se nota a la legua, pero conmigo. Como si yo fuera una figura de Lladró que se rompe al primer envite. Todo fue tranquilo hasta la noche de la silla. 

Una vez más estábamos de tranquis por parejas en uno de aquellos “Zampuzos” mal llamados Disco-pub que eran tascas con 4 luces y la cochambrosa esfera de espejos comía de mierda con los aborrecibles OBK llorando con asco sus “Noches enteras sin poder dormir” para deleite de los 4 bailones que en la pista de baile (6 europalets pintaos de rojo) evolucionaban sus esperpénticos pasos inflacolchonetas en pos de que alguna de las diosas del contoneo se fijara en ellos. Cuando surgió de entre el humo (De tabacazo, aún se fumaba en los garitos) el discípulo de Ted Bundy del Ex de Rosario.

-¡Tú, levanta el culo que tenemos que hablar! ¡¡Ahora!! 

Le espetó como si fuera de su propiedad. Yo, me levanté como un resorte, aquello no lo iba a permitir. Nunca he sido un buen luchador, además en esos tiempos no sabía leer el lenguaje corporal. No me fijé en lo tenso que estaba el andoba, ni en la posición semi ladeado de su cuerpo , ni en sus piernas ligeramente flexionadas, ni su brazo amartillado listo para demoler un edificio. Respondí a aquel Terminator ofendida y suicidamente. Olvidando por completo que yo era Javieg Ogta y no Javier Orta.

-A ver hijo de puta, lárgate de aquí. Aquí sobran los mierdas como tú y cuando digo aquí, me refiero al planeta ¡¡So payaso de mierd...!!

Todo sucedió muy deprisa.  Algo me hundió los ojos hasta tal punto, que creía que los habían reventado en medio de aquel dolor indescriptible. Notaba sangre caliente cayendo en mis cuencas y conseguí ver, para mi alivio, algún borrón sin forma. De pronto sentí que algo me aplastaba el cuello apretando más y más como una prensa, yo intenté zafar aquello que me apretaba sin poder verlo ni conseguirlo, comprendí que me había hecho alguna llave con las piernas. Logré meter una mano entre mi cuello y su pierna mientras con la otra golpeaba, a cada segundo que pasaba, con menos fuerza. Mis piernas intentaban golpear sin ningún efecto, la presión aumentaba a medida que yo perdía fuerza, sentí que perdía el control de mis esfínteres y me hice todo encima, era cuestión de muy poco tiempo y todo iba a terminar.  Algo brilló, me cayeron trozos encima de ese algo, mientras parecía que la cabeza me estallaba. La presión cedió y unas manos me arrastraron apartándome un poco. Saqué fuerzas de flaqueza para limpiarme los ojos con la manga. Conseguí ver a Carlos, que habría ido a mear o yo que sé a qué, cuando sucedió todo esto, armado con los restos de una silla de madera maciza en la mano que había roto contra aquel T-800 que se levantó enseguida, y empezaron un intercambio de golpes de esos que se escucha crujir y quebrarse algo en cada puñetazo o patada. Antes de que todo hiciera fundido en negro, vi a través del “Rojo” que Carlos tenía un feo corte en la mandíbula inferior y que a aquella bestia parda le faltaba más de un cuarto de la oreja izquierda arrebatado seguramente al más puro estilo Mike Tyson. Os puedo asegurar que Carlos sonreía como un niño ante una tarta con la barbilla llena de su sangre y lanzando golpes al, cada vez mas irreconocible rostro, que le estaba quedando al psicópata aquel cuando ya no vi más.

Desperté en el Hospital Infanta Helena de Huelva. Allí estaba Carlos, con algunos arañazos, un trozo de esparadrapo en la mandíbula inferior y ligeramente magullado en algunos lados, por lo general bien. “El gran psicólogo y animador” me espetó.

-Joder, que asco de cara te han puesto. Ahora vengo, voy por una gafas de sol muy grandes, no te mires al espejo, no quiero perdérmelo. 

Comprobé que tenía todas mis extremidades y sus dedos y que podía moverlas aunque fuera lastimosamente. Me habían puesto un collar rígido. El hematoma ennegrecido del cuello me llegaba hasta el pecho. Me dolía todo a pesar de estar drogado. Quería ver mi cara, necesitaba verla. Cuando llegó Carlos me ayudó a incorporarme y me puso frente al espejo. El moratón del cuello me llegaba hasta la oreja derecha pero no a la izquierda(Donde conseguí meter la mano) Los ojos eran dos bolas sanguinolentas con algo negro en el centro y dos discos negros por fuera del tamaño de rodajas de chopped.

-Joder, parece que me ha pasado un camión por encima.

-Varias veces. 

Añadió Carlos siempre sonriente.

Dijeron que había tenido suerte, que tenía que llevar 15 días el collar, cremas y árnicas varias y me dieron el alta esa misma mañana. 

Fui a casa, intenté contar una milonga, pero la historia de la pelea (Supongo que hablaban de Carlos y el zumbao porque yo no peleé, solo recibí) era sabida por el Vaticano, la CIA y el MI6. Mi madre lloró, mi hermano hizo una mueca, mi padre intentaba en vano taparse la cara mientras decía entre dientes “Madre De Dios”. Mi hermano preguntó por el otro tipo y le respondió Carlos..

-Ya se ha ido, no va a volver a molestar.

Yo me recluí en mi casa, solo salía a por tabaco y a comer algo de vez en cuando. Pasé días mirando al techo o aporreando la guitarra como el fantasma de la Ópera. Si venía Carlos, lo despachaba en el tiempo de fumar un cigarro. Así pensaba pasar el resto del verano (Y de mi vida), retraído, encerrado con mi cara como el mapa de Galicia en relieve dese que aquel animal Asesinara a le Monsieur Javieg Ogta. Hasta que una noche me tocaron en la ventana. Era Rosario, me alargó una gorra y unas gafas de sol como las que llevaba “La Paquera de Jerez”.

-Nos vamos ahora mismo.

-Pero estoy horrible.

Y encendí la luz para que se espantara con aquella mezcla de Meat Loaf y La Cosa del Pantano en la que me había convertido. Ella me miró, no me veían sus ojos, me miraba a mi, ni mi cara, ni mi cuerpo, solo me veía a mi.

-Vámonos, que tengo que besarte todo.

Fui a la puerta y cogí su mano mientras me ruborizaba al ver su sonrisa ante mi expontanea erección.

Fin

Epílogo. La breve Resurrección de Le Monsieur Javieg Ogta.

Unos meses después estaba haciendo el servicio militar. Era Marzo antes de Semana Santa. Sentí ganas de ver a Rosario, la llamé y fui a Zafra, su pueblo, ese fin de semana en tren. Me fue a buscar y me llevó al pueblo. Antes quiso pasarse a ver al chico con el que salía (Nada serio). Recorrimos unos 10 km en 7 u 8 minutos a todo trapo mientras canturreaba Future World de Helloween. Paramos en un almacén de esos de piensos compuestos y comidas para animales. Allí había un tipo de esos calvos con coronilla, gafas culo vaso,chaqueta de lana de profesor, pantalón de pana y camisa a cuadros. Lo mismo podía tener 30 que 55 años. Sacó un pañuelo de tela y se sonó las narices. Rosario se acercó a él con intención de preguntarle por su hijo mayor o su hermano pequeño pensé yo, y le planto un pico en los morros ante mi cara de pasmo. No podía ser, esos dos no pegan nada, esos dos son antagónicos, esos dos no podían estar juntos, esos dos... ¡¡¡Esos dos se Casan!!! 

Me presenté 

-Bonsoir! Je suis Javieg Ogta. Soy familia de Gosaguio me kiguié en la Guayana Fgancesa.

-Soy Jesús, Jovar que mala suerte, no voy a poder estar con vosotros. Llevo unos días con gripe y estoy deseando llegar a casa y acostarme a ver si la sudo y me la quito. 

-Je suis desolé, mi lo siento mucho amigo. Reste calme, à la fin, tú resterás avec la fille.

Le dije como un Harrison Ford de Segunda en “La calle del adiós” a ese moqueante Christopher Plummer.

-No se francés, pero gracias, divertíos.

Dijo aquel Jesús de edad indefinida. Le sonreí y me fui con Rosario. 

Pasamos un gran fin de semana, los dos sabíamos que era una despedida aunque no nos dijimos adiós. Unos meses después, me llegó la invitación a la boda, me la envió él. No fui.

MIDNIGHTER TRENT (Javier Orta)

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