Crónicas de falsobosque

Capítulo 8. El Gato Está En El Aire

El tiempo definitivamente estaba descontrolado. Podían pasar cien horas siendo de día y luego tener de repente una noche de dos horas. Roberto había reducido mucho sus paseos en solitario porque ya no podía, aunque había intensificado sus salidas acompañado siempre por la chica.

Había aparecido poco despues del acontecimiento del abrazo. Ataviada con 4 harapos a lo Sheena de la selva y sin pronunciar una sola palabra salvo con Jacinto. Fue recibida con alegría por  Canela, Finstro y Roberto, Rosario se mostró reservado hasta que la encontró en canción Metal y pudo comunicarse con ella. Desde el principio asumió el papel de cuidar y custodiar a Roberto, nadie fuera de los 4 de Falsobosque se acercaba a Roberto sin recibir el visto bueno de la chica. El humor de Roberto se había vuelto más ácido, lleno de silencios larguísimos e incómodos, sus paseos cada vez duraban más, por eso era extraño que aquella mañana no hubiera querido moverse del campamento Madre. Se había sentado en una roca alta y escrutaba el cielo como si estuviera esperando algo. Rosario conociendo más que ninguno a Roberto, se puso alerta y se preparó para lo que pudiera venir y previniendo a los demás “Estad atentos, algo va a pasar” transmitió a través de canción Metal.
Tras comer estaban tomando el consabido café con whisky y empezaron a notar que algo se acercaba al campamento Madre a gran velocidad. En unos segundos ante ellos había un Hombre uniformado  que viajaba en una especie de Motocicleta. Maravillados por ver un transporte mecánico, puesto que hacía tiempo no había electricidad, no se percataron que portaba en su cinto una especie de arma que sacó sin mediar palabra disparando a Finstro que cayó envuelto en una especie de placenta translúcida que lo envolvía. Acto seguido el hombre uniformado estaba en el suelo con un cuchillo clavado en la muñeca que tenía el arma y el arma en en la mano de Rosario apuntándole, cuando se fue a incorporar, el cuchillo de Jacinto estaba en su garganta y Canela, la enorme San Bernardo, abría sus fauces amenazadoramente al lado de los genitales del hombre uniformado.

-Antes de matarte voy a hacerte mucho daño.

Le dijo Rosario, sin dejar de apuntarle recuperó su cuchillo clavado en la muñeca y volvió a clavárselo en el hombro con tal fuerza que también se hendió en el tocón que estaba a su espalda, el hombre que chilló de dolor y empezó a gritar.

-¡¡Está vivo!!, ¡¡Solo lo he dormido!!, ¡¡¡Por Dios, quítenme el cuchillo!!!, ¡¡¡No aguanto el dolor!!!

-¿Crees que eso va a impedir que Rosario haga lo obvio? Tienes muy poco tiempo para hablar, así que ya puedes empezar.

Le dijo Roberto en un tono bastante agradable, lo que hizo que el uniformado cambiara su gesto de dolor por el de terror.

-¡¡¡Pero por Dios quítenme el cuchillo!!!

-El cuchillo permanecerá ahí hasta que yo diga. Y si no empieza a hablar ya cambiará de lugar y no le gustará su nueva ubicación.

El uniformado miró a su alrededor y comprendió que toda la clemencia que podía esperar estaba en Roberto, por lo que comenzó a hablar.

-Me llamo Ambrosio y soy soldado, me han enviado de la nación civilizada, el comandante supremo Julio. Desde que se fundó la nación, el comandante  recibe ayuda de unos seres a los que  llama Los Tecnólogos, nos devolvieron la electricidad y nos dieron armas como la que he usado contra ese ser que llaman Finstro. También nos han dado alimentos y agua corriente. Los Tecnólogos solo se comunican con el comandante supremo, también es el único que los ha visto según él. Hasta ahora no nos habían pedido nada a cambio de la ayuda, pero ayer  me encomendaron que capturara esa criatura y se la llevara a la capital.

-¿Cuántos mas han venido con usted? No me mienta, su vida depende de ello.

-Nadie, era una misión de un solo hombre.

-¿Cómo le quitamos esa especie de placenta a Finstro?

-Con el arma, tiene una posición de disparo para deshacer el campo de fuerza.

-Hágalo ahora.

Roberto hizo un ademán a Rosario que, de un fuerte tirón, sacó el cuchillo del hombro. Jacinto lo puso de pie sin quitar el cuchillo de su cuello y Rosario le dio el arma colocando su cuchillo en el corazón.

-Más te vale no equivocarte.

Ambrosio pidió que colocara un resorte del arma en otra posición. Cuando fue a disparar lo detuvo  Rosario.

-¿Qué pasa si te disparo a ti en esta posición del arma?, ¿Cuántos disparos tiene esta arma?

-No lo sé, quizá nada. Hasta ahora, por lo que sé, se auto recarga sola.

Rosario le quitó el arma de la mano y le apuntó disparándolo. El impacto a quemarropa lo desplazó hacia atrás pero no le hizo daño. Recargó el arma como había visto al soldado y apuntó a Finstro disparando. La placenta se fue convirtiendo en una especie de espuma que pronto se diluyó dejando al Lince fallido a la vista profundamente dormido. Roberto se dirigió al soldado

-Te vamos a soltar y le vas a decir al capitán Julio que dentro de 20 horas queremos verle a él y a sus tecnólogos en Falsobosque, en mi antiguo campamento a diez kilómetros de la frontera Charito, él sabe donde es. La moto y el arma nos las quedamos como un presente por esta incursión. Estoy seguro que en la frontera Charito, habrá gente esperándote y podrás llegar a tiempo a la capital de Nación civilizada.


“No digáis nada tengo un plan” Le dijo a todos desde canción Metal. Tras ser vendado en sus heridas el soldado Ambrosio se marchó corriendo sin creerse la suerte que había tenido. Canela, a petición de Roberto lo siguió sin que lo notara, a pesar de su tamaño se movía con sigilo. Rosario y Jacinto trataban de despertar de su letargo a Finstro mientras Roberto con los ojos cerrados se mecía adelante y atrás balbuceando palabras “Tecnólogos, comandante en jefe, reinicio,…" La chica estaba nerviosa sin saber qué hacer.  Cuando Finstro se hubo espabilado.  Roberto les contó lo que había pensado.

-Rosario, Jacinto y Finstro iréis al lugar  de encuentro. Partiréis ahora y preparaos  para una más que posible emboscada de los hombres del capitán Julio ahora auto proclamado comandante en jefe. Sin lugar a dudas intentará atacar con todo lo que tenga. Llevaos a todos los que creáis que os pueden ayudar. La chica y yo iremos con Canela a la capital de la nación civilizada. Conociendo la valentía de Julio mandará su ejército pero él se quedará a salvo en la capital junto a sus Tecnólogos. Creo que puedo adivinar cuáles eran sus intenciones al querer secuestrar a Finstro.

Rosario  que había ido torciendo el gesto a cada palabra hasta componer una expresión agria estalló. Tal y como Roberto estaba esperando, aunque había tardado más de lo que esperaba

-¡¡Y un cojón de pato  vas a ir allí solo con la chica y Canela!! Otra vez te ha dado la tontería esa de ser mártir. Sé que estás jodido físicamente pero no esperaba que hubiera afectado a esa neurona que te queda patinando en esa mollera de alcornoque. Es una cagada de plan más grande y estúpido que embotellar los pedos de Finstro para usarlos de repelente de mosquitos y acabar todos envenenados. Vuelves a ser un estúpido y es culpa mía no recordarte que eres tonto…

Roberto se mordió la lengua, cuando Rosario se enfadaba y soltaba su verborrea siempre le parecía muy cómico, aunque jamás se atrevería a reírse en medio de su discurso.

-Será así, no podemos arriesgarnos a que atrapen a Finstro, además creo que Julio está mintiendo a todos para su propio beneficio y no es rival para Canela y la chica…

 “Joder tenemos que ponerle un nombre¨ Se dijo. Rosario se volvió furibundo hacia la chica y le dijo.

-Tú y yo vamos a hablar ahora ven conmigo…

-¿Sheena?

Aventuró Roberto, arrepintiéndose al momento por la cara que le pusieron todos. Se apartaron y Rosario estuvo hablándole casi al oído por espacio de  más de media hora. Mientras, el tiempo loco había resuelto que era noche cerrada. Finstro que no había pronunciado palabra desde que despertó movió sus orejotas y juntó su frente con la de Roberto permaneciendo así más de un minuto. Y sin separarse habló.

-Rrrrr… Falsobosque no caerá, aún tengo muchos ases y trucos ocultos, pero tú vas a caer Roberto… Rrrr… Cuando caigas, levántate y vuelve a casa… Rrrr…

Se volvió hacia la chica y le dijo.

-Rrrr… No puedes volver si no vuelves con él… Rrr…

Tras decir esto se volvió hacia Jacinto, Roberto y los hombres, mujeres y niños que iban a ir a luchar con ellos y rugió como nunca lo había hecho, el sonido era una especie de mezcla entre un rugido y una especie de aullido largo. Jacinto también gritó y de pronto todo el mundo estaba dando una especie de grito de guerra, incluido Roberto que empezó a reírse pensando que alguien en cualquier momento iba a gritar “¡¡¡Por Falsobosque!!!” como si estuvieran en una de las historias de Las crónicas de Narnia con Aslan el león. La situación era tragicómicamente similar. Por suerte nadie dijo nada parecido,  lo que evitó que tuviera convulsiones por la risa.

Cuando el comandante supremo recibió la información del soldado Ambrosio, montó en cólera y tal como predijo Roberto envió todo el grueso de su ejército al viejo campamento en Falsobosque. Quedándose acompañado de niños y viejos que no podían luchar.
El viaje en la motocicleta fue ameno y divertido para Roberto, hasta que se fueron alejando de la frontera Charito. A partir de ahí, sin la protección curativa de Falsobosque Roberto empezó a sentirse mal. Tenía que hacer mucha fuerza para mantenerse firme conduciendo la motocicleta, notaba que las manos le temblaban, por suerte, en la parte de atrás tenía su desvencijada silla de ruedas. A unos 500 metros de la capital les esperaba Canela que los había guiado a través de canción Metal.

Los niños alertaron al comandante supremo Julio de que se acercaban un perro enorme, una mujer que empujaba una silla de ruedas en la que iba sentado un hombre con aspecto de estar enfermo. Julio se asustó y se dirigió al sótano a hablar con los Tecnólogos, sin saber muy bien que les iba a contar, había perdido la cuenta de las mentiras que había mezclado con verdades y la línea que las separaba estaba ya muy difusa y no la distinguía. Les diría que los estaban atacando con un ejército de bestias, eran bastante crédulos para ser tan inteligentes. Llegó ante ellos, habitaban en los subterráneos de la ciudad y hablaban desde la oscuridad, jamás había visto a ninguno de ellos, eran parcos en palabras y hablaban arrastrando las palabras, como si hablar les costara mucho trabajo.

-Mis señores estamos siendo atacados por Falsobosque. Unas criaturas de pesadilla están arrasando la capital. Han aprovechado que hemos enviado todo nuestro ejército allí para masacrarnos porque estamos indefensos. Envié a un soldado para que vinieran a parlamentar con vosotros con su criatura y lo apresaron torturándolo hasta casi matarlo. Nos citaron en un lugar  y temiendo una emboscada envié a todos mis hombres…

Mientras Julio iba enlazando una mentira tras otra, Roberto habló con los niños y mayores diciéndoles que no tenían nada que temer de ellos, que venían para ayudar. Los ancianos y mujeres desconfiaron al principio, pero viendo el estado de salud de Roberto, una chica ataviada con harapos y que los niños jugaban con la enorme San Bernardo, decidieron que no representaban ninguna amenaza. Además no eran pocos los que conocían al antiguo General y nunca lo consideraron un enemigo. Le indicaron donde se encontraba el comandante supremo. Se dirigieron a un gran caserón que era prácticamente un palacete. Una vez dentro siguieron a Canela  a través de un entramado de  pasillos que bajaban hasta bajo tierra, por suerte no había un solo escalón, como si quienes los construyeron no pudieran utilizar escaleras, lo cuál fue bueno para acceder hasta el lugar donde se encontraba Julio y unas sombras irreales de las que apenas se vislumbraban extrañas formas. El chirrido de la silla de Roberto alertó al comandante supremo de su llegada. Se volvió hacia el pasillo sacando su arma y disparó, aunque erró el tiro. Roberto gritó.

-¡¡¡Venimos desarmados!!! Solo queremos hablar.

Escucharon entonces una especie de cuchicheos provenientes de las criaturas ocultas en la penumbra, después una voz habló.

-Qque ess loo qque vienesss a decirrrr, habblaaa  aaantesss dde qquee osss aaanniqqquilemosss aaa tttoodoosss.

-¿Por qué nos consideráis vuestros enemigos? Nosotros vivimos en paz, no atacamos a nadie, solo nos hemos defendido y siempre hemos intentado minimizar los daños cuando lo hemos hecho, este hombre nos ha tenido en jaque desde que empezamos la adaptación a este nuevo mundo y ha maquinado siempre para obtener poder, ¿Qué es lo que quieren de nosotros?, ¿Por qué han intentado secuestrar a Finstro?, Ese ser es el espíritu de Falsobosque y si permanece fuera mucho tiempo no sabemos qué consecuencias tendrá en el mundo…

-Nnossotroooss nno hemoooss oordennadddooo nningúun ssecuessstrrooo ¡¡Jjullliooo aaabaanndddoonnne llla ssssalaaa!!

El comandante supremo se volvió asustado hacia la penumbra donde se encontraban los tecnólogos, intentó decir algo, pero comprendió que si salía podría salvarse.
-Se están dejando embaucar.

Masculló y se fue casi al trote ante la mirada de todos. Roberto intentó buscar a través de canción metal a los tecnólogos sin éxito.

-Amigos podemos comunicarnos telepáticamente, a través de canciones , ¿Tienen esa capacidad?

-Cconnoocemooss eessa fformma aaarcannaaa dde coommuunniccaciiooonn. Prrobbemmmosss ccooonn uuussteeedd.

Roberto sintió un torrente de información en forma de canción entrando en su mente. Le contó la historia de los Tecnólogos, como habían evolucionado bajo tierra, la historia de una civilización mucho más antigua que el hombre, habían contactado brevemente con el exterior con hombres del pasado, la sociedad avanzada que describía Julio Verne en su novela “Viaje al centro de la tierra” era una especie de proyección holográfica de ellos. No les dejaron ver su verdadera forma porque entendían que los hombres no podían resistirlo. Como civilización habían alcanzado la cúspide del desarrollo varias veces, casi se extinguieron hasta en 5 ocasiones, y ahora sentían que la simbiosis con el exterior había cambiado y se sentían amenazados, pero la amenaza no era Falsobosque, era otra muy diferente. “Necesito preguntaros algo, no puedo seguir recibiendo más información.” Rogó Roberto, la información se interrumpió dejando a Roberto casi inconsciente sobre su silla. La chica se apresuró a ayudarle. Canela le lamía la mano sin dejar de mirar desafiante hacia la penumbra. “¿Que es lo que podemos hacer desde el exterior por vosotros?” Preguntó  Roberto desde canción Metal.
“Nosotros lo haremos por vosotros, queremos que vuelva a haber vida en la superficie lo necesitamos para poder seguir viviendo nosotros.” Roberto no comprendía muy bien lo que le habían querido decir. “Pero arriba hay vida, hemos tenido muchas bajas, pero aún hay muchos seres vivos.” Los Tecnólogos cuchichearon entre sí, no les entendieron nada. “No sabemos cómo explicar esto. Podemos intentar resumirlo como que, en realidad, todos están muertos hace mucho tiempo.” Roberto se sorprendió primero, después empezó a replicar. “Eso es imposible, hemos luchado, comido y bebido, sangrado y reido…” Los Tecnólogos lo interrumpieron. “En un mundo con fluctuaciones en el tiempo, "Terraformaciones", mutaciones animales y vegetales, resurrecciones… Todos los seres del exterior estáis muertos y vivos a la vez, envueltos en una especie de placenta cuántica, fuera del espacio y el tiempo, de la vida y la muerte… ¿Conoce la teoría del gato de Schrödinger? Pues imagínala a proporciones mundiales. El gato está muerto y vivo al mismo tiempo, y todo lo que hace que eso sea posible reside en sus compañeros, ese perro enorme completamente fiel,  Jacinto  y su incondicionalidad, Rosario dispuesto a todo y sin embargo impenetrable en sus sentimientos, la chica con el poder de destrucción en su pensamiento y sin embargo solo quiere ser aceptada, vuestro Finstro sosteniendo a todos y manteniendo esa placenta entre realidades por simple amor, y luego estás tú, en un cuerpo marchito que debía haber muerto ya hace tiempo y sin embargo te aferras a la vida con determinación por tus compañeros, por salvarlos. Pues la solución para salvarlos está en ti, tú tienes la llave para sacar a todos de esta irrealidad y devolverlos a la verdadera vida, tan solo tienes que entregar la tuya.”

-No, no será así. Si él muere no habrá esperanza. No lo permitiré.

Dijo la chica de repente entre sollozos sorprendiendo a todos. Roberto terminó de asimilar todo lo que le habían dicho. Comprendió que todo guardaba una lógica aplastante y que realmente debía ser así. Los Tecnólogos respondieron a la chica.

-Nnnadiiee haa diiichhooo quuee teeenggaaa qquee mooorrirr, sssooolooo tttiieennneeee qquuuueee eeenntrrreggaaar sssuuu vviiiddaaa.

Roberto se extrañó de esta respuesta. “No entiendo qué significa eso, si no tengo que morir ¿Qué es lo que tengo que hacer?” Los Tecnólogos se tomaron un momento y respondieron. “Conservarás tu vida y devolveremos a la vida esta realidad en su forma actual, hasta que llegue el momento en el que el verdadero adversario se manifieste y reclame este mundo como suyo ya que fue su creación, entonces será cuando tengas que hacer tu sacrificio y entregar tu vida. Nosotros nos retiramos hasta que llegue el momento, volveremos antes de que el verdadero adversario se manifieste. Volved ahora con los vuestros que os necesitan. Encontraréis un vehículo en el que viajar todos juntos. En unas horas volveréis a la normalidad pero esta vez, estaréis vivos de verdad.”

Mientras la chica empujaba la silla por los pasillos con trabajo, Roberto pensaba que, al menos, habían conseguido tiempo ¿Para...? Tenía mucho que asimilar y mil cosas que hacer y preparar. Llegaron al exterior y en ese momento era noche cerrada, salvo cuatro luces iluminando una camioneta parecida a la que llevaba Shagy con Scooby Doo todo era oscuridad. Al menos, ahora había esperanza.Le vino de pronto la idea. Ese era, ese era su nombre. Se volvió hacia la chica y le dijo.

-Vámonos en esa furgoneta Esperanza.

Ella asintió. Tenía las llaves puestas como esperaba. Se subieron en ella, Roberto encendió el motor, dio marcha atrás y gritó.

-¡¡Vamos Scooby, nuestros amigos nos necesitan!!

Esperanza empezó a reírse, era una risa extraña, como si fuera la primera vez que lo hiciera y no supiera, Canela aulló y Roberto apretó el acelerador y salieron levantando una nube que llenó de polvo la desvencijada silla que se quedó como testigo mudo y solitario de su estancia en la Capital de Nación civilizada.

(Continuará)

MIDNIGHTER TRENT (Javier Orta)

Es necesario registrarse para comentar.

Buscar