Crónicas de falsobosque

Capítulo 4. La Verdad Miente

-Le repito todo cuanto sé. Hace unos años se manifestó una modificación en nuestra naturaleza, una fauna y flora diferente que parecía imitar a la nuestra fue "Selvatizando" por llamarlo de algún modo nuestra civilización. No son hostiles, es como una invasión silenciosa y pacífica con la que mantenemos un frágil equilibrio tras los acontecimientos del camino de “Falsobosque”, la destrucción del “Ruido azul” en la operación “Camela” y alcanzamos cierto grado de colaboración cuando acabamos con  “La Gran Espora” que amenazaba la existencia de toda vida en “Falsobosque” y nuestra civilización en la noche “Chiquito”. Yo estoy enfermo, vivo en “Falsobosque” acompañado de un  Lince fallido que se reencarnó y que se llama “Finstro”, le gusta ronronear canciones de Rock, la razón por la que vivo allí es porque mi enfermedad se detiene. Los detalles de cada suceso los tienen en las grabaciones de mis otras sesiones.

El hombre de la bata blanca estaba frente a él acompañado de otros dos con uniformes de enfermeros, lo miró por encima de sus gafas que eran puramente ceremoniales. Esbozó una sonrisa tratando, sin conseguirlo, que no pareciera condescendiente y le respondió.

-¿Roberto, usted se está oyendo? Es una de las personas más inteligentes que conozco, no entiendo como se encierra en todas esas fantasías. Usted es uno de los principales científicos que puso en marcha el acelerador de partículas, pero algo le sucedió allí y su mente se puso en fuga creando una especie de fantasía alucinógena distópica en la que una especie de naturaleza imitaba nuestra fauna y flora que ha ido invadiendo el mundo de forma pacífica. Ha ido asociando su entorno y sus actividades, desde que fue internado en esta institución mental donde recibe terapia y tratamiento para su enfermedad degenerativa. Este equipo de psiquiatría ha decidido someterle a una terapia de choque antes de tomar otras medidas mucho más drásticas a fin de conseguir reiniciar su mente. La terapia de realidad, a fin de sacarle de este estado de Dicotomía, comienza en este momento.

Siguiendo las indicaciones del hombre de la bata blanca, un auxiliar condujo la silla de Roberto que estaba sentado (postrado) sujetas sus muñecas y piernas con correas, según le decían por su propio bien, y con un cinturón perineal, todo bien oculto con una manta de esas color marrón piojoso típica de los hospitales. “Sólo me falta la máscara y soy Hannibal Lecter” pensaba amargamente, “tengo las piernas hechas cisco, si camino 10 metros me ahogo, ¿Pensarán que me voy a escapar? Ojalá pudiera.” Se dejó conducir al exterior del edificio de la institución (Penitenciaria), era agradable sentir el aire en la cara, aunque hacía frío.
Lo condujeron a la trasera del edificio donde había una verja con un portalón que daba entrada a un enorme jardín; “Jardín botánico (Frondoso Bosque)” rezaba un cartel a la entrada, les salió al paso una enorme San Bernardo meneando su cola amistosamente y la comitiva-expedición detuvo su paso a una señal del hombre de la bata blanca. Sacó algún tipo de golosina de su bata y se la ofreció a la perra que la engulló mientras el hombre de la bata la acariciaba con sus manos enfundadas en unos delgados guantes de cuero.

-Acérquese hasta aquí, Roberto. Quiero presentarle a “Canela”, es la perra del jardinero, no se deje engañar por su tamaño, nunca pisa una hierba de este jardín botánico que es el orgullo de esta institución, construido y cuidado por el jardinero, un hombre tosco según me han informado pero un artista en eso que ahora llaman paisajismo. Luego si hay suerte y nos lo encontramos lo podremos saludar ¿No cree que le puede sonar este animal Roberto? Piense sobre ello mientras continuamos nuestro camino por este enorme lugar que abarca algo más de 3 km y medio cuadrados.
Continuaron por el camino girando, siempre que había una bifurcación, a la derecha. Desde su silla observó que el jardín se volvía cada vez más frondoso, así como el camino cada vez estaba más descuidado, los últimos 500 metros no podían considerarse dándole ese nombre sin sentirse el mayor optimista del mundo. Unos veinte minutos después llegaron a uno de los límites, en medio de la valla alambrada había una pequeña edificación con las ventanas y puertas tapiadas, quedaba la mitad dentro del jardín y la otra mitad fuera, la que estaba dentro del jardín estaba invadida de verdín y enredadera y lo que se podía ver de la parte de fuera estaba viejo y descuidado pero sin vegetación por el techo y paredes. El hombre de la bata blanca dio el alto de nuevo y el auxiliar, ya con la lección aprendida, dejó a Roberto junto a él.

-Aquí está la frontera de la que nos has hablado, ¿Cómo lo llamabas...? Bueno, como fuera, en una ocasión escapaste por aquí aprovechando que estabas trabajando en este jardín como parte de tú terapia. Estaba trabajando ayudando a la limpieza y creación de los senderos. Quiero que entienda que todo cuanto te estamos mostrando es para que comprendas y puedas volver a la realidad Roberto.

Permaneció en silencio observando cuanto le rodeaba ajeno a las palabras del hombre de la bata, miraba las plantas y los insectos con curiosidad mientras iban llevándolo hacia otro lugar. Al rato llegaron aúna edificación que parecía una central eléctrica semi-destruida por algún tipo de explosión o quizá alcanzada por un rayo de alguna tormenta. Se veían en su interior los restos calcinados de generadores que habían sido pasto del fuego. Una vez más se repitió la misma operación y de nuevo situaron a Roberto junto al hombre de la bata blanca.

-Su “Ruido Azul” que brotaba de una planta carnívora gigantesca y que le ayudó a destruir el teniente de las fuerzas especiales Jacinto,  era en realidad esta planta eléctrica de generadores de emergencia que llevaba funcionando aquí desde antes de la construcción del jardín. Efectivamente usted y el residente Jacinto que estuvo en esta institución antes de ser trasladado escaparon y vinieron aquí y se las apañaron para que ardiera hasta el último cable de los generadores con algún tipo de explosivo casero hecho a base de fertilizantes y productos de limpieza. Se descubrió que estos generadores efectivamente producían un ruido llamado “Ruido Blanco”, solo cambiaste el color, provoca dolor de cabeza y náuseas según la proximidad, este ruido no se aprecia con el oído pero si afecta a las personas. En realidad, hicieron un favor a todos destruyendo esta central, muchas personas con migrañas crónicas hoy no tienen ni rastro de ellas. Pero continuemos, ya solo nos queda una parada en este paseo.

De nuevo reanudaron la marcha sin que Roberto pronunciara una sola palabra, como si todo aquello no fuera con él, perdida su mirada en el verdor que les rodeaba. El camino fue aclarándose, estaban llegando a una zona que aún no estaba arreglada o bien habían descuidado. En algunas zonas, el eterno verde presentaba calvas y plantas muertas, tampoco se veían animales, excepto algún pájaro que cruzaba la zona volando y algún que otro insecto solitario. Cuando llegaron a una de esas calvas en el terreno, una vez más, el hombre de la bata blanca dio el alto. Todo cuanto rodeaba el claro en unos 5 metros estaba seco y marchito, incluyendo un viejo olmo centenario.

-Aquí, en este lugar, es donde se encuentra la “Gran Espora” a la que usted y su “Lince Fallido” se enfrentaron en lo que llamas “La noche Chiquito”. Como ves, en efecto se enfrentó a algo que acababa con la vida. Parece que algún terrorista ambiental regó al azar azufre y otros agentes químicos por estas tierras, como consecuencia de ello Las plantas y animales murieron envenenados y algunas partes quedaron yermas. En su delirio nos avisaste de ello, mezclando advertencias con una imitación del humorista “Chiquito de la Calzada” aunque cuando quisimos actuar ya era tarde. Todo cuanto has imaginado está aquí, en todo lo que ustedesta viendo.


“Menudo idiota, ni siquiera es capaz de saber si llamarme de tú o de usted”. Pensaba Roberto mientras regresaban a la entrada. Cuando estaban llegando la enorme San Bernardo se les acercó de nuevo en busca de alguna golosina pero no recibió respuesta alguna. A Roberto se le metió en la cabeza la canción “Purple Rain” y sintió que la boca le sabía a metal.

-¿Se puede saber porqué han entrado aquí sin permiso?

Dijo una voz dura desde un lateral entre los arbustos. El hombre de la bata blanca dio el alto y se volvió hacia el lugar del que procedía la voz.

-Buenas, supongo que es usted el jardinero, no le conozco personalmente pero me han hablado mucho y bien de ti...

“Otra vez no tiene claro como dirigirse a la gente, cuidado con este, doctorcito”. Se dijo interiormente Roberto mientras le seguía sonando en su interior la canción de “Prince” y la boca le sabía aún más a metal.

-... Soy el doctor Romualdo Niebla jefe de psiquiatría de la institución...

-¡Me importa un carajo quien coño seas! He preguntado que hacen aquí, no quienes sois, no me interesa la vida de cuatro gilipollas que están jugando a las casitas, salvo si juegan a las casitas en mi casa. Le repito a usted que parece ser el líder de esta banda de mariconas
¡¡Qué coño hacen aquí!?
-... Euh, eh... La institución nos dijo que podíamos venir a realizar terapia en...
-¿¡¡Que institución!!?
-Eh... Que...?
-¡¡No conozco la institución “Eh Que”!! ¿¡¡Quien coño les ha mandado aquí!!?

Dijo aquel hombre imitando consciente o inconscientemente a Samuel L. Jackson en "Pulp Fiction". El auxiliar se acercó al jardinero y queriendo imponer autoridad gritó.

-¡Tranquilícese amigo, le explicaré...!

-No des un solo paso más o te reviento la cabeza. No te conozco, no quiero conocerte ni a ti ni a ninguno de vosotros, no tengo amigos aquí, tenéis un minuto para iros de aquí y llevaros a ese loco que tenéis en esa silla, no me gustan los locos y aún menos ese loco en concreto, estoy demasiado ocupado para encargarme de ningún estúpido.

Aquellas palabras hostiles sonaron como música en los oídos de Roberto.

-¡¡¡Ya está bien!!!, ¡¡¡Cállese!!! ¡¡Usted es solo un empleadillo y yo soy el director de la institución “Verdad” y no voy a consentir que...!!

Todo sucedió demasiado deprisa, el hombre de la bata blanca estaba tirado en el suelo y su bata se teñía de rojo. (Purple rain, purple rain, Purple rain, purple rain,I only wanted to see you, Underneath the purple rain). El cuerpo del auxiliar yacía en el suelo, inconsciente o muerto. Los dos “silenciosos” con el uniforme de DUE huían, el más retrasado cayó fulminado por el machete del jardinero, el otro logró alcanzar la salida. (Lluvia púrpura, lluvia púrpura, Lluvia púrpura, lluvia púrpura, Solo quería verte debajo de la lluvia púrpura). El jardinero lo seguía cuando escuchó que lo llamaban.

-¡¡¡Rosario ayúdame!!!

-¡¡¡Maldita sea Bambi!!! Avisará a todos y vendrán a por nosotros jodido estúpido.

-Ya están avisados, el de la bata blanca tiene un busca ¡Vámonos!

-¡Pues levántate de una puta vez!

-Estoy amarrado, y apenas puedo andar. Necesito volver a “Falsobosque”.

Rosario le quitó de un manotazo la piojosa manta marrón y empezó a proferir maldiciones mientras le soltaba las correas. Un minuto después estaban huyendo jardín adentro, Rosario empujando la silla todo lo deprisa que podía mientras Roberto ayudaba en lo que podía sujetándose para no caer en cada bote que pegaba por el camino. Llegaron media hora después a lo que le habían intentado hacer creer que era la frontera “Charito” y allí Cortó la alambradas salieron del jardín botánico a una carretera secundaria donde un desvencijado coche los llevó a lo largo de varias horas hasta cerca de la verdadera frontera “Charito” con el soniquete insufrible de los grandes hits de “Camela” puesto a todo trapo. Una especie de crisálida envolvía “Falsobosque” pero cuando salieron y se acercaron a ella, tras montarse en la silla Roberto, pareció disolverse y volverse a formar una vez pasaron dentro.

-Rrrrr... Ya era hora, estábamos desesperados... Rrrrr...

Finstro se acercó a Rosario, era más grande que en su anterior encarnación, y le lamió la frente con una fea lengua azul, después juntaron sus frentes permaneciendo así unos segundos. Después se acercó a Roberto, tenía una expresión de enfado en el rostro.

-¡¡RRRRR... RRRR... NO VUELVAS A ABANDONARME...RRR... RRRRR...!!

Roberto recordó todo lo sucedido tiempo atrás. Como habían ido a buscarlo con engaños, diciéndole que era vital para el mundo que volviera a la civilización a intentar salvarlos. Había pasado demasiado tiempo en “Falsobosque” donde la única mezquindad era la de los hombres que entraban en ella, confío en ellos como un estúpido. Sólo fue listo al no hablar en ningún momento de Rosario, por eso no dudó en ningún momento de sí mismo, a pesar de las interminables terapias aderezadas con calmantes y a saber que tipo de barbitúricos había estado recibiendo en la institución “Verdad”. La verdad miente. Se dijo.

-No lo haré más.

Prometió al increíble felino que tenía delante. Se sentía mejor, respiraba bien y no le dolían las piernas. Decidió andar el resto del camino hasta donde quiera que estuviera el campamento. Empezó a pensar mientras Finstro los guiaba ronroneando “Over The hills And far away”. Llegaron a una especie de cueva natural, allí estaba el campamento que sería su hogar. Allí se sentó y encendió fuego en una chimenea natural que tenía leña preparada.

-Voy a hacer café.

Anunció, Rosario le acercó lo necesario para que pudiera hacerlo y Finstro una garrafa de cinco litros que tenía algo más de la mitad con la enorme boca.

-Rrrrr... Café y whisky... Rrrr...

Le dijo. Veinte minutos después, Rosario sirvió café y whisky a todos, a Finstro le puso en su lata-bebedero una buena ración y Roberto se la dejó en la entrada de la cueva.

-Necesitamos poder respirar y aquí lugar no hay ventanas para ventilar esto si te tiras un “Pedo letal” de esos tuyos, adujo Roberto. Finstro puso cara de ofendido, se bebió con avidez el café aliñado y se quedó en la entrada dándoles la espalda ronroneando “Highway to hell”. Roberto sentado empezó a preguntar a Rosario.

-¿Cuánto tiempo he estado fuera?

-Tres meses.

-¿Cuando se formó el escudo?

-Cuando te fuiste intentó entrar el ejército primero por tierra y después por aire, nada salvo nosotros ha conseguido entrar ni salir desde entonces.

 -¿Como supiste dónde encontrarme?

-Finstro me dijo dónde ir.

-Rrrr... Canela es mi amigo... Rrrr... Me aulló tu paradero... Rrrrr...

Roberto empezó a mecerse lentamente balbuceando palabras, durante una hora estuvo así, parando de vez en cuando para dar un sorbo al café con whisky mitad y mitad como a él le gustaba. Cuando paró se puso de pie frente a Rosario que estaba en cuclillas y finstro que ronroneaba “I Believe in a Thing Called Love” de The Darkness”.

-Hasta ahora hemos luchado por la supervivencia de la humanidad. Llegamos a la conclusión de que civilización y “Falsobosque” estamos en simbiosis y combatimos todo lo que amenazaba a ambos. La reacción de los hombres, ha tardado pero era de esperar. La defensa de “Falsobosque” servirá de momento, pero el hombre es necio por naturaleza y seguirá intentando entrar usando cualquier recurso, aún a costa de contaminar y envenenar la atmósfera. Somos así de estúpidos. Ahora todo ha cambiado y empezamos lo verdaderamente difícil. Salvar a quienes intentan destruirlo todo. Lo primero que tenemos que hacer es averiguar quiénes somos de verdad porque hasta ahora cada cosa que hemos averiguado en nuestra civilización ha sido una mentira muy bien elaborada. Empezaremos por ti Rosario. Jamás he visto a ningún botánico moverse como tú en aquel jardín, sospecho que hay mucho más por conocer de tu origen, pero necesito descansar, ha sido mucho lo que ha sucedido, hay mucho que digerir.

Buscó un saco de dormir, lo acercó un poco a la chimenea y se durmió.

(Continuará)


MIDNIGHTER TRENT (Javier Orta)

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