Crónicas de falsobosque

Capítulo 2. Nada Está Igual

El ejército estaba preparado en formación para la llegada del general de las fuerzas especiales “Tambor”. Los científicos “Búho”, creadores de las plagas “Bicho” que habían logrado detener el avance de “Falsobosque” habían visto en las últimas semanas como sus plagas de insectos morían en cuanto entraban a través de la frontera “Charito” situada en el medio-pueblo donde según contaban, el general Roberto Fiel consiguió salir de allí y advertir a las autoridades de la amenaza que estaba engullendo la civilización. Sólo habían pasado dos años, pero parecía mucho más tiempo. La economía mundial había caído en picado y la gran alianza de civilizaciones que tanto tiempo habían perseguido los líderes mundiales se estableció por necesidad imperiosa.
Hasta el helipuerto llegó un coche, un utilitario desvencijado del que se bajó un hombre con vaqueros y una camiseta del grupo de Rock “Manowar”, se acercaron un soldado y unos metros más atrás un oficial. El soldado le gritó al recién llegado.

-¡Señor, no puede estar aquí!, ¡Abandone estas instalaciones...!

-¡Soldado firmes!

Ordenó el oficial llegando junto a él. El soldado se volvió contrariado a su oficial.

-Pero señor este hombre ha entrado en la zona de...

Se interrumpió cuando vio que el oficial se cuadraba y saludaba.

-Se presenta el capitán Julio ¡A sus órdenes mi general!

-¡Soldado Jacinto! A sus órdenes.

Dijo el soldado cuadrándose. El general les hizo un gesto para que se pusieran en descanso.

-Mi general, disculpe al soldado. No volverá a molestarle, me encargaré personalmente de ello. Estoy a su disposición como escolta para lo que necesite.

-Gracias capitán... ¿Julio? Encárguese de  mi cuarto, que halla una cama, café y una botella de whisky. No le necesito para nada más. Me hará de escolta el soldado Jacinto.

-Pero mi general, solo le puede escoltar un oficial y se me ha ordenado a mi. Por mis méritos en el ejército.

-Bueno, en ese caso haga lo que le he ordenado, me escoltará el “Teniente de las fuerzas especiales Tambor Jacinto” que ha llegado cinco Segundos antes que usted ante una posible amenaza.

Se volvió hacia el otro militar que permanecía en posición de "Firmes".

-¡Sígame teniente! Lléveme al centro de mando.

Un recientemente ascendido “Teniente” Jacinto algo aturdido guio al general Roberto ante la plana mayor donde tras los rigurosos saludos pidió que fuera informado de la situación.

El “Falsobosque” había conseguido asimilar y erradicar las plagas de insectos, incluso habían empezado a aparecer insectos con fallos en la zona civilizada. Le mostraron moscas sin alas, ciempiés con aguijones como escorpiones, arañas con 20 o más patas, cucarachas con dos cabezas y cuatro patas... Todos los especímenes metidos en frascos grandes con alcohol por su tamaño parecían crías de gatos.

-¿Son hostiles?

Preguntó el general Roberto.

-Creemos que no, los encontraron muertos o moribundos, apenas los cogíamos con las pinzas para meterlos en los frascos morían.

-¿Han visto alguno volador?, ¿Han comprobado si alguno contiene veneno?, ¿Han salido animales más grandes?

-Ningún volador señor, ninguno de los especímenes contiene veneno ni su piel es tóxica, No ha salido ningún animal grande, Incluso cuando se ha enviado una expedición de las fuerzas “Tambor” y han atrapado un animal más grande para que pudiéramos estudiarlo, se han diluido según se acercaron a la frontera “Charito”.

-¿Diluido?

-Si señor, se deshacían en una especie de líquido terroso, nos trajeron muestras pero cuando llegaban aquí era tierra arcillosa normal y corriente. Los animales de allí dentro tampoco son hostiles, ni cuando fueron atacados por los hombres de las fuerzas “Tambor”.

-¿Que sabemos de las plantas?

-Todas las especies que se encuentran a un kilómetro de la frontera son completamente desconocidas, los análisis indican que tienen las mismas funciones que nuestras plantas pero no tienen frutos ni flores. Por orden suya no se ha penetrado a más de un kilómetro de la frontera. En el último año el Falsobosque ha avanzado 700 metros.

-¿Porqué mueren las plagas “Bicho”?

-Creemos que por algún tipo de onda sonora. Los alimentos y el aire de allí son normales. Hemos detectado una emisión de ruido azul a unos 20 kilómetros al norte de la zona afectada.

-Suficiente, quiero dos hombres dispuestos a adentrarse conmigo y el teniente Jacinto esos 20km  para mañana a las 6am. Perfectamente afeitados y sin cargas familiares.

-Pero señor usted es demasiado importante para...

-Es una orden. Mañana a las 6 am.

Jacinto acompañó a su habitación al general. Una vez allí el general se sirvió un vaso mitad café, mitad whisky, le ofreció a Jacinto quien lo rehusó cortésmente.

-¿Que familia tienes Jacinto?

-Mi madre y una hermana a la que nunca veo, vive en Norteamérica.

-Bien está, mañana a las 5:30 am ven a buscarme, perfectamente afeitado. Ahora vete y tómate una copa, cena bien y descansa. Hasta mañana.

Obedeció al general y no pudo evitar echarle un vistazo antes de salir, lo vio murmurando asintiendo lentamente con la cabeza como si estuviera rezando. “Vaya un tío raro, aunque parece que sabe lo que hace.” Pensaba.

Partieron con puntualidad inglesa a las 6 am una patrulla compuesta por cuatro hombres. El general, su escolta personal y dos GFET (Guerrero Fuerza Especial Tambor) De nombres Vladimiro y Narciso. Cuando traspasaron el límite de 1km dentro de aquel extraño lugar, el general ordenó un cambio de ruta.

-Iremos al sur guiados por la salida del sol en cuanto amanezca. Sé que os parecerá que volvemos atrás, ignorar esa sensación. Es una orden.

Caminaron hasta mediodía sin percances. Tras hacer alto para comer y beber avistaron un campamento abandonado hacía poco. Al lado de dos tiendas los rescoldos de un fuego todavía humeaban. Roberto reconoció el campamento al instante, el mismo al que no regresó aquella tarde hacía dos años. Estaba como lo dejó aquella mañana. Se adelantaron a inspeccionar los GFET. Cuando pisaron el campamento, de pronto, desaparecieron, no hubo ninguna explosión o luz, simplemente no estaban allí.

-¡Alto! El campamento es una mentira, no des un pa...

En ese momento alguien agarró por el cuello al general con un brazo mientras con el otro que sostenía un machete, golpeó a Jacinto fuertemente haciendo que cayera estrepitosamente al suelo.

-¿Que coño haces aquí “Bambi”? Te dije que lucharás contra el bosque de mentira y en vez de hacerlo, ¿Vuelves a hacer turismo con tu novia dos días después? Creía que habías dejado de ser estúpido.

-Ro... Rosario... Suelt...

Jacinto se levantó del suelo y apuntó hacia el general y su atacante con su arma. Roberto le indicó que se tranquilizara. Rosario aflojó la presión diciendo.

-Dile a tu chica que se calme “Bambi” y explícame que haces aquí.

Lo soltó y quitándole la cantimplora se quedó en cuclillas bebiendo. Roberto se agachó junto a él y le contó lo sucedido en los dos últimos años mientras el fruncido ceño de Rosario se iba tensando hasta que sus ojos parecían dos rayitas subrayando sus cejas. Cuando concluyó le preguntó cómo le había ido a él, se tomó su tiempo para contestar, tenía mucho que asimilar.

-“Bambi” lo que quiera que sea esta mierda sigue mintiendo, nos mintió cambiando los puntos cardinales, nos ofrece animales y plantas que son mentiras, mintió a esos dos majaderos enseñando un refugio que es la nada y me miente a mi, como te dije antes sólo han pasado dos días aquí.
Jacinto estaba sorprendido con todo lo que había escuchado. Nadie nombró jamás a este “Rosario” que llamaba “Bambi” al general, sin embargo todo encajaba y explicaba nombres clave tan chirriantes como “Fuerzas Especiales Tambor” o “Frontera Charito”.

-Mi general, su amigo podría ayudarnos a llegar al origen del “Ruido Azul” y ayudarnos a destruir su emisión.

Rosario se levantó y lo miró a los ojos con tal dureza que Jacinto se puso a la defensiva.

-Este general tuyo no es mi amigo niña. Iré con él a ese lugar, porque es tan imbécil como para matarse o hacerse matar por el camino. Mientras tanto tú te vas a quedar aquí preparando un campamento y la comida como una mujercita para cuando regresemos. Así que te quedas aquí, haz la colada, plancha tus braguitas, píntate las uñas... Pero no vuelvas a pensar que estás incluido en este viaje.

-Rosario déjalo, es un soldado a mis órdenes, no la tomes con él.

Dijo Roberto poniéndole una mano apaciguadora sobre el hombro. Se  sacudió volviéndose hacia él y apuntándole con el índice le dijo.

-Si vuelves a tocarme te quedas sin la mano, General “Bambi”.


Jacinto no aguantó más y se interpuso entre los dos desafiando a Rosario.

-¡Jacinto retroceda!, ¡Es una orden, ¡Soldado! Lo último que nos hace falta ahora es una pelea.

Gritó Roberto, pero ya era tarde. El teniente se abalanzó sobre Rosario y se enzarzaron en un violento intercambio de golpes, la clase de lucha silenciosa y sin tregua que iba a terminar muy mal. Él no tenía ni la fuerza, ni la preparación para detener esos trenes, cuando una fuerza imparable se precipita sobre una fuerza inamovible... “Vamos piensa Rober... Lo tienes delante... Cambiar el “Estado” de una de las fuerzas...” Se sacó de un bolsillo una libreta de notas, buscó y empezó a leer en voz alta.

-¡Rosario Dulce Alegre: Edad 44 Años, Natural de Villena, Estado civil Casado, con dos hijas de 7 y 9..!
Rosario se detuvo al escucharlo y Jacinto le dio un puñetazo que lo sentó de culo, pero Rosario seguía mirando hacia el general sangrando por el labio que le acababa de abrir el golpe, fijarse en su rostro detuvo la espiral violenta en la que estaba sumido el militar.

-¡¡Mentira!!

Gritó, al hacerlo le quedó un hilo de sangre y saliva en la barbilla.

-No, todo es verdad. Aquí tengo toda la información, es tuya si la quieres. No soy un guerrero, ni un atleta, ni siquiera estoy en buena forma. Creo que soy el único de nosotros que puede detener esto. Iremos los tres hasta el origen del “Ruido Azul” ahora. Estamos a unos cinco kilómetros, en marcha.

Se pusieron en camino, según se adentraban los animales y plantas tenían más fallos. Cuando llegaron a un kilómetro de su objetivo los animales no eran reconocibles, la vegetación era irreal, tanto en formas como en colores, se había vuelto más dispersa. Roberto ordenó un alto.

-Escuchadme, ahora estamos cerca. Para acabar con el “Ruido Azul” tenemos que arrojar en su centro un explosivo. El problema es que el espectro de las ondas sonoras nos puede freír el cerebro. Tenemos que separarnos y llegar hasta allí desde tres frentes separados unos 60 grados formando un triángulo equilátero. Nos taponaremos los oídos, eso amortiguará las ondas en parte, además debemos de tararear un “Mantra”, algo repetitivo y machacón que tenga nuestra mente ocupada y distraiga nuestros oídos. El estribillo de una canción de Scorpion, el ritmo de guitarra de “The trooper” de los Maiden, el “Smoke on The water”, da igual el que sea y no importa que cantemos bien o mal, pero el “Mantra” debe ser el mismo para los tres...

Se detuvo al ver en los rostros de Rosario y Jacinto una expresión de extrañeza.

-¿Que os pasa?, ¿No conocéis las canciones?

Ambos negaron con la cabeza. Roberto se empezó a poner nervioso.

-¿Alguna sugerencia?, ¿Qué música escucháis?

Jacinto, se adelantó un paso y empezó a hablar.

-A mi me gusta “Camela”, aquella de “Sueño contigo, ¿Qué me has dado? Sin tu cariño no me habría enamorado...”

-¡Esa es cojonuda!, ¡A mi me encanta!

Dijo Rosario. Mientras tanto Roberto se había quedado en estado de “Shock” y con la boca abierta, no podía creer aquello, no podían estar hablando en serio. Aunque ninguno de los dos eran personas bromistas.

-¿De verdad queréis cantar ese estribillo?, ¿El de la canción de “Camela”?

-Si, ¿Podría funcionar como “Mantra”?

Preguntaron ambos casi a la vez. Allí estaban dos hombres que podían matarlo en pocos segundos si quisieran queriendo usar como arma para salvar a la humanidad esa horterada de canción. Roberto se quitó las gafas y se agarró el estómago con ambas manos y empezó a reírse como no lo había hecho en mucho tiempo, ante la mirada atónita de Rosario y Jacinto, siguió riendo hasta que se quedó sin aliento y las carcajadas acabaron en una catarsis de tos. Cuando recuperó el aliento y la compostura respondió.

-Perfecta, esa es perfecta. Separémonos, cuando tengamos contacto visual avanzaremos hacia el centro del Ruido y comenzaremos a entonar el “Mantra”.

Dijo sin poder evitar que se le escapara una risita nerviosa al final. En cuanto estuvieron en sus puestos, a una señal de Roberto empezaron a avanzar hacia el emisor del “Ruido Azul” entonando el “Mantra”, el emisor era una gran planta que semejaba una “Atrapamoscas” con agujeros en fila que semejaban los de una armónica por los que pasaba el aire y producía una serie de notas que no apreciaba aunque sí recibía el oído. Roberto enseguida notó un fuerte dolor de cabeza y sintió náuseas, pero siguió adelante con la granada en la mano tarareando la horrible canción “... Sueño contigo, ¿Qué me has dado? Sin tu cariño...”, lo hacía mentalmente para evitar vomitar por las náuseas que producía las ondas emitidas por la planta. Miró hacia sus compañeros y vio que era el único que seguía adelante. Jacinto había retrocedido hasta el punto de partida y estaba vomitando, parecía estar hecho una mierda pero bien dentro de lo malo “... Sin tu cariño no me habría enamorado...” Rosario estaba bastante peor, las ondas lo habían alcanzado y se estaban cebando con él con tanta fuerza que estaba flotando en el aire, sangraba por la nariz y los oídos, moriría en pocos segundos, no podía hacer nada por él “... Sueño contigo... ¿Que me has dado? Sin tu cariño...” No podía hacer nada...

-... me habría enamorado... sueño... ¡¡¡Su Puta madre!!!, ¡¡¡Sueño contigooo...!!!

Roberto con la granada en la mano corrió gritando como un loco.

-¡¡¡iSueño contigo...!!! No puedo hacer nada... ¡¡¡Y unos cojones...!!! ¿Qué me has dado?...

Llegó junto a la planta gritando aún el “Mantra” y frases incoherentes, el chorro de sonido empezó a desplazarse hacia su posición. Quitó la anilla de la granada y comprendió que si la arrojaba hacia el sonido estallaría sobre él, “Debo separarla del suelo” se dijo. Corrió hasta la base de la enorme planta y vio un hueco entre la maraña de raíces, quitó la anilla y arrojó por ese hueco la granada dando gracias por haber tenido buena puntería. Tenía 20 Segundos para alejarse y empezó a correr con la sensación de hacerlo a cámara lenta, sintió como si la cabeza le fuera a estallar y se llevó las manos a los oídos intentando gritar la canción, pero noto que sus manos estaban mojándose, tropezó cayendo al suelo y entonces hubo un gran estrépito. El suelo tembló y vio a Rosario caer desde donde estaba suspendido en el aire. Sacó fuerzas de donde no tenía para ponerse en pie y correr hasta él llegando en muy poco tiempo. Yacía inconsciente y trató de levantarlo pero no podía con su peso, mientras el suelo seguía temblando y había un ruido ensordecedor. Llamó a Jacinto “Eres estúpido “Bambi” , ¿Cómo piensas que te va a oír?” Se imaginó a Rosario diciéndole. Aunque Jacinto apareció y se echó en la espalda a Rosario como si no pesara más de 10 kilos. Volvieron con más pena que gloria a donde habían hecho el alto y dejado sus cosas. Les costó reconocerlo porque el paisaje había cambiado, había mucha más vegetación y sus mochilas estaban medio ocultas por hierba y tierra como si llevaran allí mucho más tiempo de la escasa hora que había pasado. Jacinto se ocupó de examinar y lavar a Rosario que permanecía inconsciente. Comprobó sus constantes y todo estaba normal, despertaría en poco tiempo.

Roberto miraba hacia un lado y otro, nada estaba igual, miró hacia el cielo y comprobó lo que se estaba temiendo, había lluvia que se evaporaba unos metros antes de caer al suelo, lucían juntos el sol y la luna, una minúscula nube producía unos espectaculares rayos... Parecía que la destrucción de la planta del “Ruido Azul” había provocado una especie de cataclismo en “Falsobosque”.

-¿Porqué no estoy muerto?

Preguntó Rosario.

-El general te salvó, bueno nosotros.

Respondió Jacinto.

-Tenias que haberme dejado morir “Bambi”. No tengo nada por lo que luchar, no soy humano, ¿No te acuerdas? ¡No puedo volver!

-Te equivocas, si eres humano y te lo demostraré.

Cogió unas pinzas de su mochila y buscó hasta encontrar una especie de rana pelusa con dos bocas y un solo ojo.

-Vengan, quiero que los dos vean esto. 

Ambos se acercaron y se quedaron mirando al animal fallido. Roberto lo agarró con las pinzas y lo levantó del suelo, entonces el animal murió, no pasó nada violento.

-No lo entendí hasta ayer en la base. Los seres vivos de este lugar solo pueden vivir si no pierden contacto con el suelo, por eso no hay voladores, ni siquiera nadadores o animales subidos en los árboles. Tú has estado suspendido en el aire y sigues vivo por lo que no eres un habitante de este sitio, no sé el porqué de tu amnesia, pero eres humano Rosario. Ahora tengo muy malas noticias para todos nosotros. Nada está igual, ni por dónde hemos venido, ni la frontera estará si volvemos sobre nuestros pasos, en el cielo está sucediendo todo a la vez, no hay norte, ni sur, no hay aquí ni allá. Las brújulas no funcionan...
Tenemos que decidir ahora que vamos a hacer. No soy capaz de encontrar un rumbo a seguir.

-Pues iremos en línea recta.

Espetó Jacinto.

-Ir en línea recta es prácticamente imposible, además aunque sigamos la misma dirección no podemos saber si todo seguirá cambiando, aquí nada sigue las leyes naturales.

-Partiremos ya. Yo seré nuestro guía. Hacedme caso y lograremos salir de aquí.

Sentenció Rosario y así se pusieron en marcha. Los días fueron pasando y se convirtieron en semanas, era un guía implacable. Era un viaje monótono, no tuvieron problemas para conseguir alimentos, el agua la conseguían de la lluvia, la savia de algunas plantas y los charcos. Pasaron meses caminando más de diez horas diarias. De los tres viajeros, tan solo Roberto era hablador. Les hablaba de música, les enseñó canciones de los grupos que le gustaban, incluso consiguió que en alguna ocasión le acompañaran cantando, aunque para su pesar, la única canción a la que siempre se animaban era la del dichoso “Mantra”. Así pasaron meses de viaje, a pesar de los esfuerzos de Roberto, los ánimos y la determinación de todos se fue minando, aunque Rosario seguía sin dudar en su paso y a Roberto le parecía que habían pasado por los mismos lugares en más de una ocasión. Con el paso del tiempo el cielo se fue tornando más estable y pudieron distinguir el día de la noche sin mirar el reloj. Un día, Rosario se detuvo mirando hacia un lugar donde el bosque clareaba.

-Por allí, es por allí. ¡Vamos!

Y se lanzó al trote hacia aquel lugar, seguido de cerca por Jacinto y por Roberto unos metros más atrás. Continuaron con esa marcha más de una hora hasta llegar al claro y siguieron adelante. Roberto tuvo que rogarle a Rosario que fueran más despacio. Cuando llevaban varias horas recorriéndolo, el claro fue cambiando y empezaron a ver cosas que les parecían familiares.

-¡Mirad! La frontera está cerca.

Les dijo Rosario señalando un pájaro que volaba entre los árboles. Entonces avistaron el puesto “Tambor” del límite situado a un kilómetro de la frontera “Charito”, se encontraban a poco más de tres kilómetros de llegar. Roberto dio el alto y se detuvieron de mala gana.
-Estamos cerca de casa, llevamos en “Falsobosque” 716 días, la primera vez que estuve aquí tardé dos años en volver y para Rosario tan solo habían transcurrido un par de días. Si no ha cambiado el desfase temporal, puede que hallan pasado en nuestra civilización más de 700 años, si es así no sabemos qué vais a encontrar allí. Hay que decidirse. Aquellas palabras cayeron como una losa a ambos pero se decidieron enseguida.

-Iremos.

Dijo Jacinto mientras Rosario confirmaba asintiendo. Cuando llegaron allí estaba todo el ejército esperándolos con el capitán Julio al frente. Se adelantaron a socorrerles e informarles.

-Señor, íbamos a enviar una patrulla a buscaros, llevamos tres Días sin tener ningún tipo de contacto y no sabíamos que hacer.

 -Gracias, ahora informarán de lo sucedido a la plana mayor. Concédannos unos minutos.

Se acercó a sus compañeros de viaje.

-Aquí nos separamos, yo vuelvo a “Falsobosque”. Estoy muriendo, cuando llegué aquí para esta misión los médicos me dieron un par de meses buenos y después caeré en picado. Hemos pasado dos años ahí dentro y me he encontrado mejor que en mucho tiempo, algo para mi enfermedad. Si alguna vez me necesitáis pasaré una vez cada dos meses por aquí. Creo que nunca hubiera podido hacer este viaje sin vosotros.

Terminó y le dio la mano a Jacinto que parecía a punto de echarse a llorar. Después se volvió a Rosario con la mano extendida. Rosario miró un segundo la mano y le dijo.

-Mira “Bambi”, No soy tu compañero, no soy tu amigo y no tengo nada que hablar contigo. Si quieres dale besos a tu novia y abrázala antes de que se ponga a llorar. No soy tu amigo, no me gustas y no me caes bien.

Y diciendo esto dio media vuelta y se fue sin mirar atrás dejando a Roberto con su mano flotando una vez más. Jacinto le preguntó.

-¿Porqué ha dicho todo eso mi general?

-Porque no sabe decir adiós, no quiere involucrarse ni demostrar sus sentimientos y utiliza esa hostilidad como escudo para no resultar herido.

-¿Como sabe usted todo eso?

-No lo sé de verdad. Lo que te he dicho es lo que quiero creer, pero me parece que, en realidad, lo único que pasa, es que le caigo mal.

(Continuará)

MIDNIGHTER TRENT (Javier Orta)

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