Relatos

Me Agarraste de la Mano

Aquel día me cogiste en brazos. Yo estaba semi-inconsciente y me ardía todo el cuerpo cuando entraste conmigo en brazos en el hospital. Tuvo que ser una imagen Épica.

"¡Ayuda, mi hijo se va!" Gritaste, segundos después todo se volvió oscuro.

Se estaba bien flotando allí, había luces y música, no había dolor, ni hambre, ni sed...

Pero había algo tras las luces y la música que no podía distinguir, ese algo me distraía, no me dejaba seguir las luces y me hacía perder el ritmo de la música. Por más que intenté ignorarlo, se iba haciendo cada vez más y más presente. Sin darme cuenta, me había centrado tanto en averiguar que era aquello que no fui consciente de que las luces y la música se habían ido alejando de mí hasta que fue demasiado tarde, cuando quise volver hacia ellas eran ya un murmullo lejano y borroso, además que aquello que seguía sin poder distinguir parecía llamarme más y más fuerte. A pesar de estar cerca no era capaz de saber que era aquello, si algo material y tangible o alguna suerte de luces y sonidos más espirituales, tampoco es que yo diera para mucho más con apenas cinco años y una vida de niño enfermizo que había pasado mi corta existencia entre mi casa y el hospital hasta el punto de que, para mí, no había diferencia entre ambos. Y como era un niño curioso e ignorante, y la curiosidad es osada y la ignorancia atrevida, alargué mi mano hacia lo desconocido y la introduje en aquel signo de interrogación sin pensar. Algo me atenazó fuertemente, haciéndome daño, algo que tiraba de mi y me introducía en aquel lugar inexorablemente. Y sentí dolor, hambre, sed, frío y noté que algo me quemaba. Quise gritar pero no me salía la voz, intente zafarme de aquello que me atenazaba y tiraba de mi, pero mi cuerpo no podía moverse, estaba ciego y mis oídos no seleccionaban la información que recibían y todo era un batiburillo sin sentido, hasta que distinguí una palabra.

"¡Despierta!"

Y abrí mis ojos, mi padre me agarraba con fuerza la mano y lloraba, todos lo hacían.Me agarraste de la mano y no me soltaste hasta mucho después de haber despertado, y fuiste mi padre, mi héroe, un gigante entre hombres, un Hombre entre dioses. Habían pasado treinta días, yo lo recuerdo así...


"A Germán Orta"

MIDNIGHTER TRENT (Javier Orta)

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